Cuando la pista respira: Donna Summer y la danza del alma
Por Fugazzaman
Hubo un tiempo en que la música disco fue mirado de reojo. Hasta que apareció ella. Donna Summer no sólo cantaba: respiraba música.
Tenía esa rara habilidad de hacer simple lo complejo, de volver celestial un susurro, un falsete, una nota que flotaba como un fantasma en la pista de baile. Nunca se la creyó, y sin embargo fue reina. La más humilde de las coronas.
Su voz era una máquina del tiempo: la escuchás y ya estás moviendo el pie sin darte cuenta. Nos enseñó que la sofisticación no necesita maquillaje, apenas alma y un buen estribillo. Donna no fue solo música disco. Fue luz estroboscópica en medio de la oscuridad. Y todavía lo es.
