Derrota, subcampeonato y a pensar en el Mundial
Por Nahuel Ruiz.
La Selección Argentina Sub20 fue derrotada por 3-2 ante Paraguay, con un doblete de Maher Carrizo y tantos de Luca Kmet, Tiago Caballero y Diego León para el conjunto albirrojo.
En un partido donde Argentina salió a jugar pensando más en lo que necesitaba que en el rival que tenía delante, el equipo de Diego Placente comenzó sufriendo con un par de remates paraguayos, que hicieron saber que no sería una noche fácil.
Un primer tiempo donde Paraguay dominó a gusto, fueron varios los avances rivales que la defensa y Jeremías Martinet apenas atinaron a resistir, hasta que Kmet puso el primero, luego que el arquero argentino dejara un rebote corto en un intento de despeje.
Apenas comenzado el segundo tiempo fue Caballero quien ampliaba diferencias, aprovechándose de los cambios a los que Argentina no se terminaba de acomodar. A partir de ese momento, fue atacar sin pensar, había que convertir como sea y Maher Carrizo dio todo de sí con sus dos tantos.
Así y todo, a poco del final el gol de León fue un baldazo de agua fría, Argentina terminó por desencajarse del todo y fue un racimo de nervios. Brasil campeón por tercera vez en la categoría.
Es momento de recapitular, evaluar rendimientos y aprender de los errores cometidos. Argentina sufrió a causa de descuidos, ausencias y errores no forzados que poco a poco fueron derivando en un bajón general.
Son demasiadas preguntas que surgen con el famoso “diario del lunes”, pero es imposible no cuestionar cosas como el cambio de arquero, la línea de tres estando en ventaja a partir del hexagonal, cuando en la primera fase se mantenía el 4231 inamovible y, el por qué, luego de la fecha libre hubo rotaciones en puestos clave sin necesidad.
También otras relacionadas al armado: como la ausencia de delanteros centros puros a excepción de Agustín Ruberto (Santiago Hidalgo y Alexander Woiski, aunque puedan ocupar el lugar del 9, son originalmente extremos), la ausencia de variantes tácticas a partir de un resultado adverso (mutar a un ataque superpoblado descuidándose en demasía, como primera respuesta).
Argentina terminó con lágrimas en los ojos de sus jugadores, en parte por cómo resurgió Brasil luego de la paliza inicial, pero también porque el equipo se fue desdibujando con el pasar de las fechas.
Fue un rendimiento de más a menos, donde el cansancio, las lesiones, la presión y el hecho ineludible del proceso saliente de Javier Mascherano, tan desprolijo como flojo competitivamente, hizo que la selección todavía tenga cosas por corregir provenientes de aquella era.
Las transiciones ataque-defensa, la pelota parada en contra, los cambios apresurados, el nulo control de los nervios ante necesidades, responsabilidad o goles rivales, entre otras, son cosas que se vieron durante el torneo y que eran una constante en el desarrollo del “jefecito”.
Será tiempo de pensar, de replantearse cosas, de estudiar a los posibles citados para septiembre, analizar a los posibles rivales, pero, sobre todo, de aprender de lo hecho pensando en lo que viene.
No todo es tan malo, la evolución es enorme, en el Sudamericano anterior Argentina ni siquiera formó parte del hexagonal final. Hoy es subcampeona quedándose sin la copa por detalles, pero hay terreno fértil para construir de cara al futuro, los brotes verdes están.
Resumen:

