Empate y decepción: Argentina deberá definir en la última jornada

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Por Nahuel Ruiz.

Argentina empató 1-1 con Brasil en un partido que comenzó ganando por un penal convertido magistralmente por Claudio Echeverri, pero que a 15’ del final fue Rayan, quien ante una débil resistencia del arquero Jeremías Martinet, puso el empate final.

La selección de Diego Placente se mantuvo en pie de guerra durante todo el encuentro, con momentos de altísimo nivel, tanto en presión alta, como en progresión de pases. Fue un concepto casi perfecto, sin la contundencia del primer enfrentamiento, eso no iba a repetirse sin dudas.

El trámite fue muy tranquilo, al punto tal que. luego del 1-0 a favor, Argentina comenzó a dejar venir progresivamente a Brasil que, con pocas ideas con pelota a favor, jugaba de contra y al espacio.

Allí fue donde se suscitó una cadena de decisiones que mutaron en errores durante el desarrollo:
Cambiar a una línea de 3 centrales, dejando la chance a Brasil de jugar diagonales internas y trazar pases que rompan.

Dejar en cancha a Santiago Hidalgo de flojo partido, más avocado a pelear que conectado con la pelota y sus compañeros, quitando a Maher Carrizo que desde la presión era un socio interesante para Echeverri.

Hablando del “Diablito”, en un esfuerzo en la presión alta que Argentina llevó a cabo en el desarrollo, terminó lesionándose yendo a buscar un balón dividido, ingresando en su lugar Franco Mastantuono. Este último de flojísimo rendimiento durante el torneo, cuyo ingreso hizo retroceder al equipo debido al nulo compromiso del jugador en la presión tras pérdida.

Echeverri define con sutileza la pena máxima.

Con esto en cuenta, Brasil empezó a envalentonarse con la pelota y a encontrar espacios y rupturas en una defensa confiada en la cobertura de la línea de 3, pero que obviaba el detalle de los carriles internos.

Fue así entonces como, a través de espacios que la “Canarinha” encontró (y tomando a contrapierna a Tobías Ramírez, que juega de “6” siendo diestro) a Rayan, quien definió cruzado ante la nula oposición de Martinet.

Desde allí y hasta el final, el modus operandi brasileño fue pegar, cortar el juego y hacer tiempo, sabiendo que el empate le servía por la diferencia de goles a favor y porque además no sólo juega con un rival más accesible como Chile (mientras Argentina juega con Paraguay sin Echeverri).

También Brasil sabe que jugaría en segundo turno con el resultado de Argentina puesto, con la ventaja de saber lo que necesita, contra una selección chilena que poco le importa el torneo, dado que, como país organizador del Mundial, ya está clasificada.

Nuevamente dudas, problemas dejaron escapar un resultado por no cerrarlo a tiempo y pecar de pragmático cuando el aspecto ofensivo era su mejor arma. Argentina dejó pasar la chance de ser campeón en la cara del clásico rival, por pensar en conservar en vez de concretar y dar el golpe de gracia.

Será un domingo cargado de emotividad con la responsabilidad asumida que no se puede escapar, con todo en contra y perdiendo al líder en campo. Argentina irá a una batalla contra los paraguayos para intentar llevarse el título que como mejor equipo del torneo merece.

Resumen:

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